-En días
recientes se ha retomado el tema de la investigación como parte del quehacer
obligatorio para los alumnos de licenciatura, sin embargo, la complejidad de
dicho tema siempre acaba tomando tintes de tragedia griega por cualquier frente
educativo que se le tome.
La verdad es que los colegiados nunca nos
ponemos de acuerdo en el motivo por el cual los alumnos le tienen una seria aversión
a todo lo que tenga por título “investigación”. Teorías van y vienen, pero
siendo honestos, creo que nadie tenemos ni una pizca de idea de dónde proviene
tal aversión y de cómo poder erradicarla.
Como principio de toda investigación
debe haber un cierto grado de curiosidad y ésta no se adquiere más que de forma
espontánea al sentirse atraído hacia un fenómeno, o por una interrogante; pero
si nuestros susodichos alumnos de licenciatura no se interesan por nada en
especial, difícilmente podrán desarrollar curiosidad hacia algo y por lo tanto
nunca habrá el deseo de investigar.
Entonces, planteado de esta manera,
necesitamos urgentemente que los educandos insertados en nuestra universidad
tengan interés por algo, para que puedan en un futuro cercano investigarlo.
Supongamos que dicho planteamiento sea
el “Santo Grial” de la investigación en México y que haciendo de alguna mágica
manera que los estudiantes se interesen por algún tema en especial, ¿podríamos
hablar con seguridad de un surgimiento de la investigación dentro de la universidad?
Yo creo que no, pues existen factores, tales como, que una buena parte de la
enseñanza se basa en el ejemplo de los profes y catedráticos. ¿Cómo pedirles a
nuestros alumnos que investiguen si nosotros no lo hacemos? Es más, no sólo no
investigamos sino que tampoco escribimos más que para defendernos de cualquier
cuestión burocrática con la que haya que cumplir por fuerza. Que pasa con esto
último, que no nos atrevemos a mostrarles a nuestros alumnos nuestro
conocimiento, impreso en hoja de papel y por lo tanto no ponemos el ejemplo, sin
embargo, nos sentimos heridos y desilusionados si nuestros alumnos no lo hacen,
peor aún, nosotros mismos también le tenemos cierto nivel de aversión a plasmar
por escrito lo que pensamos acerca de un tema y mucho menos ponerlo a
consideración de terceros.
Parece ser que el miedo natural a la
crítica no nos deja exponer libremente lo que sabemos, sin embargo lo que no
tenemos en cuenta es que podemos sustentar lo que escribimos con base en lo que
otras personas con un reconocimiento social y académico mejor que el nuestro escriben
o han escrito, lo que nos dará un escudo natural a las criticas
malintencionadas. Claro que en muchas ocasiones encontramos el exceso en el uso
de ésta “ayuda” pues hay cantidades increíbles de pseudoinvestigadores que
generan textos, retacados de citas variopintas y multinacionales, así como, de
una carencia total de alguna aportación proveniente de su propio intelecto.
El conocimiento es como la comida, si
no se digiere no sirve de nada, y es aquí en donde tenemos que entender que
podemos retacar a nuestros estudiantes de información. Sin embargo, ésta no
dejará de ser eso: información, pues hasta que nuestros pupilos se apropien de
ella y la puedan materializar como sustento en ideas complejas, nuestra tarea
quedará incompleta.
Claro
que estoy en total acuerdo en que el cincuenta por ciento del trabajo de
apropiación del conocimiento es de los alumnos y es aquí que tienen mucho que
ver cuál es el plan de vida que tiene un educando o cuáles son sus expectativas
para su futuro. En base a dicha formulación es que nosotros debemos de
encontrar los posibles temas sobre los que se interesarían de manera que
pudiesen generar mayor expectativa del alumno y así lograr el tan esperado
interés que pueda potenciar que el dichoso alumno o alumnos puedan investigar.
La investigación, como decía en líneas
anteriores, debe ser espontánea y cuando ésta nace, se debe alentar y tratar de
desarrollar, no obstante, los formatos rígidos en que se desenvuelve la
investigación netamente académica no tiene nada que ver con las normas de
investigación educativa y es por eso que no podemos ni debemos alienar las
propuestas de nuestros alumnos con serias críticas acerca de si cumplen
reglamentaciones del APA u otras cosas por el estilo, sino más bien allanarles
un poco el camino fungiendo como faros y teniendo un papel propositivo, sin
importar lo descabellado de la hipótesis o la viabilidad de la misma. Es mucho
mejor que el alumno se de cuenta de la realidad por sí mismo y no cortarles las
alas con burlas y tecnicismos en un afán de demostrar que nosotros somos los
depositarios sagrados del conocimiento, aún cuando así sea.
En este esfuerzo por hacer que nuestros
alumnos investiguen, debemos incluir una parte lúdica, porque nadie hará nunca
nada que no le guste o lo hará mal en el mejor de los casos, y al final de
cuentas lo que queremos es que la investigación sea un gusto y un placer, por
lo que enseñar que la investigación puede ser divertida, así como, gratificante
será siempre nuestra premisa, pues los que hagan mejor una investigación serán
vistos como los líderes en conocimiento dentro de su entorno estudiantil y
podrán competir con los antivalores inculcados por los falsos cánones de
conducta telenovelera que es la que predomina fuera de las paredes
universitarias.
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