sábado, 17 de septiembre de 2011

LA INSALVABLE EDUCACIÓN MEXICANA



La educación en México, parece ser que no tiene remedio. Hay varios círculos viciosos en su interior que hacen prácticamente imposible su avance y por lo tanto el del país.
Millones y millones de pesos se invierten cada año en este rubro, y sin embargo, no se ve ningún cambio, ¿porque es esto? Desgraciadamente no hay respuesta sencilla a un problema lleno de aristas, vicisitudes y recovecos.
Pero empecemos con lo más visible: el capital invertido. En este punto podríamos quejarnos de la falta de voluntad de los gobiernos para dedicar una buena suma de dinero que provea de la infraestructura suficiente o al menos la básica para potenciar el buen desempeño de la educación en México. Pero el problema no va por allí. De hecho, nuestro  país es de los que más invierte de América Latina en la educación, si bien, las cantidades no son las óptimas, sí hay un flujo constante de recursos. ¿Entonces qué pasa?  Pues que los recursos siguen dos caminos posibles, el primero y más seguro: es que éstos caen en manos de líderes y lideresas que diluyen el  monto total dejando solo una pequeña parte del mismo. El otro camino es que los recursos llegan a parar a la enorme burocracia que circunda y ahorca al ámbito educativo, por lo que en realidad -y según datos recientes de ILCE- sólo un 20% del presupuesto inicial al rubro educativo se utiliza en la mejora, construcción o equipamiento de escuelas, así como en la capacitación o ascenso de la vida laboral de los docentes a lo largo y ancho de nuestro poco alfabetizado país.
Y hablando de docentes es otro de los puntos de la película de terror en que se ha convertido la educación mexicana. La pregunta pertinente sería: ¿Cómo avanzar -educativamente hablando-  si contamos con hordas de maestros que no quieren aprender y en su mayoría no sabe o no quieren enseñar?
Es una amarga verdad que la gran mayoría de los maestros egresados de las escuelas Normales no solamente salen pesimamente preparados, sino que además habrá que añadir a la ecuación el hecho de que son prácticamente incultos y esto los hace alejarse de cualquier cosa que huela a cultura, nuevas tecnologías o cualquier actividad en la que se necesite de una  apertura mental básica.
Esto último los hace victimas fáciles de cualquier lidersucho con buena verborrea o inestimables contactos dentro de la base corrupta de un sindicato, sea cual sea de la variopinta colección de agrupaciones gremiales que tenemos en nuestro suelo patrio.
Los acontecimientos dentro de la historia reciente, en lo que a educación se refiere, nos hablan de grandes esfuerzos que han hecho unos pocos por enderezar la educación mexicana, y también nos echa en cara la corrupción, la mala organización y el poco deseo de la mayoría de las partes implicadas en dicho problema por hacer algo por nuestro pobre país, que se desangra, expulsando a sus mejores y más costosos hijos al extranjero en busca de mejores oportunidades, mientras que una casta de politiquillos corruptos y cuasi humanos se apodera de la mayoría de los recursos, ciegos totalmente a la agonía de la gallina de los huevos de oro.

LA CORRUPCIÓN



La corrupción en nuestro país ha alcanzado niveles insoportables infiltrándose en todos los niveles políticos, ideológicos y familiares. Somos una sociedad de corruptos en la cual permitimos toda clase de vejaciones a nuestra persona y familias, sin poder hacer nada más que ser corruptos igual que los demás.
            Es imposible luchar contra millones de personas que están convencidas de que el dinero es el único fin en la vida. ¿Cómo ir en contra de la creencia general de que llevar a cabo una actividad que no sea remunerada en forma monetaria es perder el tiempo?, ¿que la búsqueda de conocimiento no es más que una actividad ociosa?
            Es triste pero estoy empezando a pensar que la imbecilidad es una virtud y por tanto los que llamo actos de corrupción no son otra cosa que genuinos logros de nuestra civilización, la cual contrasta en sus logros tecnológicos y científicos con la degradación y podredumbre de las sociedades que la crearon.
            Como ejemplo de lo anterior pondré sobre la mesa el fruto inequívoco de una sociedad civilizada: las universidades. ¿Qué son realmente las universidades en México? –que son las que mejor conozco-, ¿será cierto que reúnen en sus entrañas a destacados pensadores y catedráticos en un afán común de formar las nuevas generaciones de ciudadanos, así como producir el conocimiento que haga de este país un lugar mejor para vivir?
            Como respuesta única: mi opinión es un rotundo ¡no! La mayoría de las universidades en la actualidad solo reúnen a un puñado de gentes medianamente valiosas o con conocimientos muy específicos, pero con un bagaje cultural por demás enclenque. Si a esto añadimos que quienes por lo general manejan el destino de las universidades son contratados sólo por sus habilidades mercantiles, sin que cuente con un ápice de ganas o capacidad por generar conocimiento, pero sí con un mejor sueldo que quienes podrían en algún momento generar la cultura, educación y condiciones ideales para que una institución educativa de la envergadura de una universidad fuera precisamente eso: ¡una universidad! Pues tenemos por resultado inicial la base y transmisión de la metodología de la corrupción a las nuevas generaciones.
            La corrupción dentro de las universidades comienza con el elemento monetario. El maestro, el catedrático, el académico, quien hace realmente una universidad, es un trabajador mediocremente pagado, por lo cual no le queda otra que ejercer el “mercenarismo educativo” trabajando en cuantas universidades puede y descuidando obviamente a todas, pues es materialmente imposible atender correctamente a más de 90 alumnos, que sería la suma de tres grupos típicos en igual número de instituciones diferentes con materias y licenciaturas disímiles entre ellas.
            Este catedrático modelo ejerce su tarea de enseñanza, pero aunada irremediablemente a ésta se encuentra una praxis de la simulación debida en su forma básica a las condiciones que señalo.
            ¿Cómo pedirle a una institución educativa que genere cultura cuando los que llevan las riendas de la misma son totalmente incultos? Es como pedirle peras al olmo, ¿no?
            Vuelvo a mi idea inicial: para que la vida de un mexicano tenga algún sentido debe ser en parte un iletrado y tener habilidad de enriquecerse.
           
Es obvio que el hecho de que la corrupción se infiltre en los centros de educación, como las universidades, tiene secuelas importantes en las esferas laborales y directivas de la empresa, por pequeña que esta sea. Un ejemplo de esto es que las personas mal preparadas y con una cultura reducida –en toda la extensión de la palabra- son absorbidas por las empresas sin que éstas puedan poner un filtro, porque los directivos encargados de las contrataciones están igual o peor preparados que los solicitantes.
            Lo que es interesante es que después se hacen preguntas como ¿por qué tenemos tan baja productividad? La respuesta es a todas luces simple: la gente que dirige las empresas en muchos casos es incapaz de innovar  y adaptarse al cambiante mundo de los negocios, porque su universo se circunscribe a una mediana educación universitaria con todos los problemas pedagógicos y corruptelas que ya mencioné.
            Hasta aquí sólo he escrito acerca de la corrupción de casos muy específicos, pero éste mal no sólo es endémico de las universidades o centros de trabajo, es un cáncer que aqueja a todas las sociedades humanas en mayor o menor medida,
            En el caso de México, contamos con una larga tradición en el “arte” de corromper y ser corrompido. Ya en tiempos prehispánicos, la corrupción era parte de la vida diaria. Sabemos esto gracias a arqueólogos que han encontrado semillas de cacao (que a manera de moneda se usaba en transacciones mercantiles) mezcladas con las cascarillas de éstas rellenas de lodo, simulando semillas completas.
            ¿Ingenio? ¡Por supuesto! Aunque, viéndolo desde otra perspectiva menos optimista, esto sería el primer caso de falsificación de dinero en Mesoamérica.
            El caso es que se trata de una “machincuepa”, en cuanto a la concepción de cuáles son los medios y fines en nuestra cultura. Como dijera un mexicanísimo refrán “En México se perdona todo, menos la pobreza”. ¡Que verdad tan amarga y vigente en nuestros días! Por ello, obtener dinero como sea y de quien sea es algo prioritario, no hay tiempo para cosas superfluas como leer, aprender, escribir, pues sólo estorban y distraen la atención de lo medular y fundamental en la vida: hacerse rico. Y como para hacerse millonario se necesita quitarle el dinero a los demás, pues la corrupción no es más que una buena (excelente, diría yo) fórmula para cumplir dicho cometido.
          ¿Quiénes son los héroes del pueblo de México?, ¿quiénes son dignos de toda alabanza y respeto? Pues la gente que cuenta con grandes cantidades de billetes, la “gente bonita”, “gente bien”. Dados los vocablos que se utilizan para definir  a éste tipo de “gente respetable”, concluyo que las personas a quienes no nos importa enriquecernos con dinero pero sí en conocimientos representamos una antitesis de “alguien respetable”. Es más, ahora resulta que si revisamos los antónimos de dichas palabras resulta que no sólo soy “gente mal” sino también “gente fea”.
          El ciudadano promedio actual entiende que los recursos monetarios son un fin y no un medio para la “consumación última en la vida” de cualquier ser humano -parafraseando a los filósofos-. El problemas está en que la mayoría de las personas sacrifica su felicidad (y la de los demás) en pos del dinero, en resumidas cuentas las personas que cambian los medios por los fines se corrompen prefiriendo ser la mitad de lo humano que podrían ser, disminuyendo al mínimo su capacidad de goce mediante el bloqueo total a la exposición de cualquier influencia cultivadora, y ya no digamos artística, que aumente su sensibilidad mediante el conocimiento, esto podríamos sumarlo a los siete pecados capitales. ¡Dios nos salve de cosas tan pavorosas!
            Quiero puntualizar que no tengo nada en contra del mercantilismo, capitalismo y algún otro “ismo” que tenga que ver con el dinero, sino que las actividades culturales han caído en el desmerito desde el punto de vista que estoy planteando, dado que todas ellas (salvo en honrosos y sufridos casos), lejos de ser reconocidas como actividades intelectuales, humanizadoras y civilizadas, se les suele ver desde una óptica meramente práctica, reducidas a su quincuagésima esencia: el dinero.
            Para terminar con este rosario de quejas, sólo resta añadir que la corrupción vive con nosotros, prácticamente es un familiar dentro de nuestra casa, que nos salva o nos perjudica, según sea el caso, de las situaciones amenazantes, comunes en nuestro andar por esta vida matraca. Nos es tan familiar que prácticamente no la vemos, es más, me atrevería a afirmar que prácticamente ya no podemos vivir sin ella a riesgo de perder nuestra identidad como mexicanos.
            Todos somos corruptos en menor o mayor grado, por lo que me pregunto ¿para qué hacer tantos esfuerzos y gastar dinero –que no tenemos- en su erradicación? ¿Por qué no llamarle a nuestra supuesta y fraudulenta democracia por su verdadero nombre: Anarquía? Así no tendríamos que simular en todos lados y podríamos enaltecer y adorar a la “gente bonita” sin que un miserable ser, como el autor de este texto, se atreva a impugnar la única y verdadera religión del Dios Dinero.
            Sólo me queda agradecerle a la vida al más puro estilo de Violeta Parra, cantando a lo bello, lo divino, lo humano y humanizante, para, acto seguido dispararme un balazo en la sien y dejarme caer en brazos de la corrupción.

JAIME TORRES BODET HACIA EL SIGLO 21



 - Cuando las circunstancias nos llevan a reflexionar acerca de la obra de algún coterráneo, nos desconcierta el tener que situarlo en la perspectiva histórica, apenas esbozada todavía, en donde la última palabra por escribirse aun queda en una inimaginable sombra lejana.
        Como proponerse hablar de la educación en México sin hablar de Don Jaime Torres Bodet, titulo dado por el Dr. Gabriel Méndez Plancarte, en momentos en que el auge nacionalista se daba en todas sus formas.
        La cruzada nacional de alfabetización emprendida en 1944 por Don Jaime hizo ver que la educación ha de empezar por el principio, y éste es que todos los mexicanos sepan leer y escribir; tarea sin término. Don Jaime facilitó a los alfabetizados el acceso a la cultura mediante los folletos de la "Biblioteca Enciclopédica Popular", fundó el Instituto Federal de Capacitación de Maestros para resolver el problema de aquellos cuya competencia profesional no alcanzaba la altura de su abnegación, estableció organismos técnicos cuya necesidad se hacía sentir.
        Implantó el Libro de Texto Gratuito, herencia que a la fecha, las generaciones del nuevo siglo aun disfrutan y que tanto ha ayudado a la clase social más necesitada de enseñanza y estímulo.
        ¿Cómo Olvidar que en vísperas de terminar su segundo encargo como Secretario de Educación Pública fueron inaugurados el Museo de Arte Moderno y el de Antropología?
        Si realmente necesitamos un Prócer un Héroe un punto en el horizonte a seguir dentro del ámbito educativo, definitivamente es “Don Jaime”.

“México valdrá lo que valgan los hombres y las mujeres que formen su población”

        Que sabias y tristemente proféticas palabras entintó Don Jaime en sus cartas al Presidente cuando recién se estrenaba como Secretario de Educación Publica.
        Con toda la admiración y una primera cuartilla cargada de adulaciones y cebollazas, ¿me pregunto?: ¿Que habría hecho nuestro prócer de la educación Mexicana, en el ámbito tecnológico contemporáneo?, ¿Que noción del futuro podría tener en el presente Don Jaime?
        La visión de su mundo prácticamente se ha perdido en nuestros tiempos. El nacionalismo Mexicano, se ha extinguido en pos de una globalización de rostro aberrante, en donde solo se respeta las modas y barbaries sajonas.
        ¿Cómo dar la cara como maestro? Ante un Jaime Torres Bodet que poco entendería de tecnología, y que estaría en la mejor de las disposiciones de sacarle provecho, pero como primera situación; de frente se encontraría una inmensa masa de maestrillos corrompidos en su más básico sentido, que es la de portadores de conocimiento.
        A partir de que Don Jaime nos dejo, la educación ha estado sufriendo un proceso de transformación. El más significativo es el avance tecnológico en el proceso educativo. La introducción de herramientas tecnológicas puede ayudar a crear condiciones que propicien el aprendizaje significativo y permanente. En nuestro ámbito educativo el uso de dichas herramientas es incipiente e incluso se presentan situaciones en muchos casos no deseables por ejemplo el uso de la computadora solo como “procesador de textos” así como el uso de Internet esta confinado a ser una herramienta más de ocio, siendo que prácticamente todo el conocimiento humano se encuentra allí, listo para ser rescatado y puesto en practica.
        Integrar la tecnología en la educación cuesta tiempo y dinero, pero sobre todo impone exigencias a maestros y estudiantes. No se debe perder de vista que el uso de la computadora y la tecnología en general debe considerarse como una herramienta de ayuda al maestro y en ningún momento como sustituto.
        Se debe promover y estimular el uso de la tecnología en el proceso educativo teniendo en mente las posibilidades de infraestructura tecnológica con que se cuente. Es recomendable unificar el grado de conocimiento del profesor en el uso de equipos de cómputo así como otras nuevas tecnologías que ubiquen a cada profesor en un nivel mínimo deseable o en una competencia a la altura de las circunstancias.
        Uno de los grandes problemas que tiene nuestro país, no es precisamente ni de estructura, ni de orden monetario, sino peor aun, es de orden netamente social. El concepto de “Inamovilidad Humana” se da más insistentemente en el factor humano,    los profesores encargados de educar, no quieren aprender, se desligan, se enmohecen, se anquilosan y son incapaces de modificar su rutina, para dar cabida a nuevos elementos pedagógicos que estén acordes al ritmo de vida que el nuevo siglo impone.
        ¿Qué tiene de malo usar las nuevas tecnologías? ¿Son Feas, Frías, o acaso desvirtúan la escénica del maestro en el Aula?
        Si Don Jaime Torres Bodet, estuviese aquí ¿Rechazaría escribir sus poemas en un procesador de textos por miedo a que este se desvirtuara al pasar del orden físico al digital?

Se nos ha ido la tarde

en cantar una canción,

en perseguir una nube

y en deshojar una flor.

Se nos ha ido la noche

en decir una oración,

en hablar con una estrella

y en morir con una flor.

Y se nos irá la aurora

en volver a esa canción,

en perseguir otra nube

y en deshojar otra flor.

Y se nos irá la vida

sin sentir otro rumor

que el del agua de las horas

que se lleva el corazón...

        A mí, estimados y pacientes lectores, me sigue pareciendo bello aún después de haber sido capturado y convertido por un procesador de textos digital. La belleza no esta en la herramienta, pues si hay algo verdadero en nuestro caótico entorno, es que difícilmente el cambiar de pluma fuente, pudiese cambiar el resultado de un poema.
        No podemos cambiar lo fundamental, lo intrínseco de las cosas.
        Lo intrínseco de la educación es formar y ser formado, es educar y educarse, es rehacerse en el conocimiento y renacer con cada nueva forma y con cada nuevo reto.
        El reto para los maestros del nuevo siglo es que todos los alumnos deberán ser funcionalmente competentes en las tecnologías de la información al tiempo de que se deberá alcanzar un nivel básico de alfabetización de TICs (Tecnologías de la Información y Comunicaciones) para finales de segundo de secundaria. Esto consiste en tener un conocimiento general, interdisciplinario, relativamente amplio de las aplicaciones, capacidades, limitaciones, equipo, software e implicaciones sociales de las computadoras y otras tecnologías de la información.
        Pero para lograr esto ultimo, es claro que los primeros que tenemos que estar a la vanguardia somos los maestros, la revalorización de nosotros mismos ante nosotros mismos, es la piedra angular de este paradigma.
        Somos la barrera que lleva el cauce intempestuoso de la educación hacia buen fin, o sea hacia los diques de nuestros alumnos. Pero también somos la primera barrera de defensa ante la perdida de valores e identidad, ¿Quiénes somos si no sabemos de donde venimos?
        Las nuevas tecnologías no están a favor ni en contra del postulado que hago en las líneas anteriores, dado que solo son herramientas y como tales se les da el uso que cada individuo quiera darles, en el caso de una construcción curricular de nivel básico o medio se deberá de tener en cuenta el uso de las aplicaciones de computadoras como un apoyo general para mejorar el aprendizaje, aumentar la productividad, promover la creatividad , desarrollar estrategias, resolver problemas y tomar decisiones informadas usando herramientas como el procesador de palabras, la base de datos, gráficos, hoja de cálculo y otras de aplicación general así como recursos tecnológicos se integrarán a través de todo el contenido curricular.
        Definitivamente habrá que introducirnos de nariz en el pensamiento de Don Jaime para poder salir de las dudas que planteo en este texto.
        Es posible que el lector con el seño fruncido, se esté preguntando: ¿Qué diablos tienen que ver Don Jaime, quien nació a principios del siglo pasado en un día 17 de Abril de 1902, con la tecnología de este insipiente nuevo siglo? Y mi respuesta es clara:

¡Pues todo!

        Un gran hombre como lo fue Jaime Torres Bodet, polifacético, sensible, artista, sapiente y definitivamente un hombre visionario y futurista, que no se dejo arrastrar por el romanticismo casi mítico de esos años por el populismo leninista, que exhortaba a destruir para construir después, sobre las cenizas, una nueva sociedad. El pudo visualizar que México, ya había sido destruido y vuelto a destruir en incontables ocasiones, a lo largo de varios periodos Sexenales y prefirió construir sobre la base de lo que existía pues en sus propias palabras, había que labrar un futuro sobre las bases fuertes de nuestro pasado.

Como si nos hubiéramos perdido,

nuestros brazos

se buscan en la sombra... Sin embargo,

ya no nos encontramos.

        Fue un hombre que echó mano de la tecnología existente y que no dudaría en retomar las nuevas tecnologías para hacer uso de ellas dentro de los objetivos educativos nacionales.
        Es por eso que hoy existe el compromiso de llevar hasta los maestros la sapiencia del nuevo siglo y ofrecerles las mieles de un trabajo no más reducido, como pregonaba H. G. Wells, sino más fructífero.
        Es aquí que nos encontramos con que la importancia de implementar comunidades virtuales en la formación docente radica en crear nuevos ambientes de aprendizaje que le permiten al profesor tener acceso a la tecnología y utilizarla como una herramienta didáctica, que apoye a la enseñanza, contribuyendo de forma significativa al mejoramiento de su calidad y efectividad, además de proporcionar un desarrollo profesional a través del trabajo colaborativo con otros profesores.
        La formación y capacitación docente para el manejo de “Comunidades Virtuales de Aprendizaje” debe contemplar, además de la alfabetización tecnológica el acceso y manejo de la tecnología, el desarrollo de aprendizajes cooperativos y colaborativos, el acceso a foros de expresión y el abordaje de temas de actualidad e interés para el desempeño pedagógico.
        En conclusión, hoy al igual que antaño, estamos en búsqueda de la superación de nuestros maestros y alumnos para responder de forma correcta y coherente a un futuro que si bien se vislumbra incierto, aún podemos ver el camino que nos marcaron hombres como Don Jaime Torres Bodet.

(Abril del 2005)

¿INVESTIGACIÓN? !!GUACALA Y FUCHILA¡¡



-En días recientes se ha retomado el tema de la investigación como parte del quehacer obligatorio para los alumnos de licenciatura, sin embargo, la complejidad de dicho tema siempre acaba tomando tintes de tragedia griega por cualquier frente educativo que se le tome.
        La verdad es que los colegiados nunca nos ponemos de acuerdo en el motivo por el cual los alumnos le tienen una seria aversión a todo lo que tenga por título “investigación”. Teorías van y vienen, pero siendo honestos, creo que nadie tenemos ni una pizca de idea de dónde proviene tal aversión y de cómo poder erradicarla.
        Como principio de toda investigación debe haber un cierto grado de curiosidad y ésta no se adquiere más que de forma espontánea al sentirse atraído hacia un fenómeno, o por una interrogante; pero si nuestros susodichos alumnos de licenciatura no se interesan por nada en especial, difícilmente podrán desarrollar curiosidad hacia algo y por lo tanto nunca habrá el deseo de investigar.
        Entonces, planteado de esta manera, necesitamos urgentemente que los educandos insertados en nuestra universidad tengan interés por algo, para que puedan en un futuro cercano investigarlo.
        Supongamos que dicho planteamiento sea el “Santo Grial” de la investigación en México y que haciendo de alguna mágica manera que los estudiantes se interesen por algún tema en especial, ¿podríamos hablar con seguridad de un surgimiento de la investigación dentro de la universidad? Yo creo que no, pues existen factores, tales como, que una buena parte de la enseñanza se basa en el ejemplo de los profes y catedráticos. ¿Cómo pedirles a nuestros alumnos que investiguen si nosotros no lo hacemos? Es más, no sólo no investigamos sino que tampoco escribimos más que para defendernos de cualquier cuestión burocrática con la que haya que cumplir por fuerza. Que pasa con esto último, que no nos atrevemos a mostrarles a nuestros alumnos nuestro conocimiento, impreso en hoja de papel y por lo tanto no ponemos el ejemplo, sin embargo, nos sentimos heridos y desilusionados si nuestros alumnos no lo hacen, peor aún, nosotros mismos también le tenemos cierto nivel de aversión a plasmar por escrito lo que pensamos acerca de un tema y mucho menos ponerlo a consideración de terceros.
        Parece ser que el miedo natural a la crítica no nos deja exponer libremente lo que sabemos, sin embargo lo que no tenemos en cuenta es que podemos sustentar lo que escribimos con base en lo que otras personas con un reconocimiento social y académico mejor que el nuestro escriben o han escrito, lo que nos dará un escudo natural a las criticas malintencionadas. Claro que en muchas ocasiones encontramos el exceso en el uso de ésta “ayuda” pues hay cantidades increíbles de pseudoinvestigadores que generan textos, retacados de citas variopintas y multinacionales, así como, de una carencia total de alguna aportación proveniente de su propio intelecto.
        El conocimiento es como la comida, si no se digiere no sirve de nada, y es aquí en donde tenemos que entender que podemos retacar a nuestros estudiantes de información. Sin embargo, ésta no dejará de ser eso: información, pues hasta que nuestros pupilos se apropien de ella y la puedan materializar como sustento en ideas complejas, nuestra tarea quedará incompleta.
        Claro que estoy en total acuerdo en que el cincuenta por ciento del trabajo de apropiación del conocimiento es de los alumnos y es aquí que tienen mucho que ver cuál es el plan de vida que tiene un educando o cuáles son sus expectativas para su futuro. En base a dicha formulación es que nosotros debemos de encontrar los posibles temas sobre los que se interesarían de manera que pudiesen generar mayor expectativa del alumno y así lograr el tan esperado interés que pueda potenciar que el dichoso alumno o alumnos puedan investigar.
        La investigación, como decía en líneas anteriores, debe ser espontánea y cuando ésta nace, se debe alentar y tratar de desarrollar, no obstante, los formatos rígidos en que se desenvuelve la investigación netamente académica no tiene nada que ver con las normas de investigación educativa y es por eso que no podemos ni debemos alienar las propuestas de nuestros alumnos con serias críticas acerca de si cumplen reglamentaciones del APA u otras cosas por el estilo, sino más bien allanarles un poco el camino fungiendo como faros y teniendo un papel propositivo, sin importar lo descabellado de la hipótesis o la viabilidad de la misma. Es mucho mejor que el alumno se de cuenta de la realidad por sí mismo y no cortarles las alas con burlas y tecnicismos en un afán de demostrar que nosotros somos los depositarios sagrados del conocimiento, aún cuando así sea.
        En este esfuerzo por hacer que nuestros alumnos investiguen, debemos incluir una parte lúdica, porque nadie hará nunca nada que no le guste o lo hará mal en el mejor de los casos, y al final de cuentas lo que queremos es que la investigación sea un gusto y un placer, por lo que enseñar que la investigación puede ser divertida, así como, gratificante será siempre nuestra premisa, pues los que hagan mejor una investigación serán vistos como los líderes en conocimiento dentro de su entorno estudiantil y podrán competir con los antivalores inculcados por los falsos cánones de conducta telenovelera que es la que predomina fuera de las paredes universitarias.

Robo de Identidad



-En días pasados la empresa Microsoft anunció a los medios especializados en el ramo la inminente salida al mercado de su nuevo producto Windows 7. La empresa alardeó que su nuevo sistema operativo será más robusto, estable y seguro. Sin embargo, ¿todos sabemos que el sistema operativo más atacado es Windows? Incluso, no es ningún secreto que la misma empresa Microsoft representa un peligro para nuestra identidad.
¿Qué tan real es el peligro de robo de identidad en la red? Desgraciadamente, es tan real como nuestra existencia en este planeta. De hecho, podemos argumentar un desdoblamiento de nuestra identidad en dos partes; física y virtual; entendiendo el aspecto físico como nuestra corporeidad y las actividades cotidianas, aunque al momento de explicar el concepto de identidad virtual, las cosas se pongan un poco más técnicas y complicadas.
Cuando nos concebimos como ciudadanos de un país, en el que habitamos, nacemos o vivimos (en ese espacio de tierra), tenemos derechos conferidos por leyes limitadas a dicho terruño. Pero ¿qué nos concede en realidad el estatus de ciudadano de una nación en específico? Pues un simple papel, un trámite burocrático en el que la persona queda inserta en una base de datos. Y en ese punto en donde inicia nuestra vida dentro de la virtualidad.
Nuestra identidad jurídica, nuestro nombre, créditos bancarios y preferencias políticas se encuentran en bases de datos informáticas que se enlazan dentro de intranets que al final de cuentas se comunican a la Internet, lo que permite consultarla, actualizarlas o, en le peor de los casos, robarlas o adulteradas.
¿Quién está a salvo del robo de identidad?, pues sólo quien no la tiene, quien no es parte del sistema de cualquier país y vive en la más pura de las clandestinidades.
En el mundo cotidiano, “el mundo físico”, tenemos la seguridad de nuestra existencia basada en la corporeidad, sin embargo, en el mundo virtual nuestra existencia está basada en la integración propia de expedientes electrónicos que le dicen a las computadoras consultantes que usted es quien dice ser y tiene derechos y privilegios con base en su puntuación o escrutinio digital.

            Cualquiera puede aducir que Yo soy yo, y puede dar pruebas fehacientes de que (aquí añada su nombre) existe y además aporta el testimonio de su familia y amigos. Muy bien, su existencia física podría darse por comprobada, pero en el caso de que usted se encuentre en otro lugar, lejos de sus parientes y amigos, ¿cómo comprobaría que usted es quien dice ser? Su sola presencia tridimensional, palpable, visible y constatable no es suficiente para dar veracidad a su identidad jurídica. La respuesta podría antojarse fácil, una credencial que avale su identidad, pero al final de cuentas, ¿qué es lo que le da sustento a esa credencial? Una base de datos en línea. Lo que hace una persona para saber si una tercera es quien dice ser es un simple cruce de datos y, si en este escrutinio todo resulta correcto, pues usted es quien dice ser y no otro de los chorrocientos millones de seres humanos que hay en este mundo. Así de sencillo es demostrar que su existencia es real, pero teniendo en cuenta lo sencillo de este sistema, de igual manera es muy fácil que algún maleante se apodere de su identidad jurídica. Si yo fuera un malhechor informático, ¿qué necesitaría para apoderarme de su identidad? Datos muy sencillos como nombre completo, domicilio y fecha de nacimiento. Estos tres requisitos son la llave para obtener toda la información que me abriría las puertas de su tarjeta de crédito, cuentas bancarias, información confidencial acerca de salud, creencias religiosas y políticas, preferencias sexuales y un largo etcétera. Mientras más sepa de usted, más poder tendré sobre su persona y por lo tanto me será más fácil apropiarme de su identidad.
            En una sociedad en que la corporeidad palpable de una persona pierde peso existencial, la existencia virtual es más segura, veraz y tangible que la propia presencia del cuerpo, por ejemplo, echare mano de una historia ficticia, pero en ningún momento carente de verdad. Supongamos que usted se llama Felipe Pérez Rodríguez, sabe que así se llama; sus padres, hermanos y familiares de primer rango estarán al tanto de su existencia e identidad, pero a mí no me consta en lo más mínimo que esa combinación específica de palabras (nombre) con que cada uno de nosotros somos denominados al ser registrados dentro de la base de datos nacional –también conocida como Registro Civil- se refiere a usted y que las ligas entre las bases de datos bancarias y civiles estén sujetas a esta clave denominativa que se ostenta como identificación personal, por lo tanto tendré que verificar su identidad virtual para que sustente su existencia física. Sólo así podré tener total confianza de que la persona que estoy viendo realmente existe.

            Es aquí donde llego a una disyuntiva ontológica; soy o no soy. O sea, el hecho de que exista físicamente me da una identidad o mi identidad virtual sustenta mi existir corpóreo. Sin alejarnos de esta disyuntiva, propongo una dualidad: existo pero no soy o soy pero no existo. Estas dos opciones son concretas, verdaderas y plausibles. En la primera puedo venir a este mundo matraca, existir y coexistir con otros individuos de la sociedad, pero también puedo carecer de identidad al no poseer alguna sustentación virtual que avale mi presencia en esta matraquera tierra. Por otro lado, es posible no existir somáticamente y, sin embargo,  ostentar una identidad que me permita cobrar cheques, hacer compras en línea, jugar en casinos, realizar transacciones en la bolsa de valores de Nueva York o abrir una cuenta de banco en Suiza.
            Llegado a este punto, disparo una pregunta, ¿qué será más real o importante a finales de este siglo que inicia; la existencia física o la virtual?
La virtualidad en nuestras vidas se ha apoderado prácticamente de todo lo que hacemos y del valor que le asignamos a las cosas. ¿Cuál es el sustento que le doy a esto? Pues hagamos un experimento de valoración personal: ¿quiere usted saber si es alguien?, ¿si será recordado por sus congéneres por algún hecho o evento importante en su vida?, ¿en realidad quiere saber si su vida ha valido? ¡Es muy sencillo! No necesita una esfera mágica de cristal o la gnóstica presencia de una pitonisa para saberlo, simplemente necesita dos sencillos implementos tecnológicos que encontrará en cualquier ciudad del mundo que ostente ese nombre: una computadora con conexión a Internet; ingrese a cualquier buscador de su preferencia; Yahoo, Google, Bing (todos trademarks, of course), acto seguido, teclee su nombre completo y listo. Si su identidad aparece, ya la hizo, es usted alguien en este mundo y podrá medir su nivel de éxito checando en cuántas páginas aparece o cuántas hacen alusión a su persona o trabajo. Pero si no aparece a la primera búsqueda, déjeme decirle mi querido lector que su vida vale menos que un pepino, y su estancia en esta tierra es comparativamente la misma que la de un perro: nació, creció, se reprodujo (en el mejor de los casos), y sólo está esperando colgar los tenis, o dicho de otra forma más poética en espera de conjugar el verbo petatear.

Cuento: APAGÓN



-Ayer en la noche platicando con mi compadre Juan y mi cuate Manuel, llegamos a varias conclusiones apocalípticas. Que dicho sea de paso, nada tuvieron que ver con el efecto de alguna "bebida espirituosa".
        La plática empezó al calor de unas cervezas y después de buenos trozos de carne asada, salchichas y chorizo supuestamente Español, que en lo personal me había encargado de achicharrar.
       No pasarían de las 10 de la noche y John Lenon se esforzaba por desgañitarse en la grabadora que sonaba desde hacía ya un buen rato.
       Todo apuntaba a un típico final dominguero, cuando pasó lo inesperado; ¡Un apagón! Nos quedamos mudos por más de 5 segundos mientras la perplejidad de lo imposible impedía mediar palabra o exclamación obscena alguna.
        Contagiado por lo sorpresivo de la situación, John Lenon se había silenciado en un desvencijamiento típico del cassette que detiene lentamente su marcha.
        En fuerte tropel aparecieron las mujeres quienes se habían refugiado en el interior de la casa so pretexto de lavar algunos pocos trastos, que se vieron sacrificados, aun cuando habíamos tenido la "atinada" ocurrencia de organizar la parrillada en platos desechables.

-¡Se fue la luz!- Chillaron al unísono.

-¿A pooooco?

- respondimos los hombres en coro.

-Ni nos habíamos dado cuenta, añadió burlón mi compadre.

        Esto cada vez se pone más feo.- Comentó Manuel, mientras las féminas desordenaban mi casa en la búsqueda de velas.
        Ya repuestos de la primera sorpresa le prestamos la debida atención a Manuel, pues se había mantenido callado, más por estar royendo un último hueso que por falta de buenas ideas.
         Primero les sucedió a los Gringos.- Continuó. Después a los Ingleses, antier a los Yucatecos y como va de internacional el asunto pues ahora nos tocó a nosotros. -Esta "cañón" aumento Juan, apurando un buen trago de cerveza.
        Somos totalmente dependientes de la electricidad.- Intervine. Nuestra dependencia hacia la energía eléctrica nos ha sumido en un problema tan grande, que nuestra vida pende de un hilo.- No es para tanto, dijo Manuel incrédulo. ¡Cómo no! Respondió mi compadre, dándome la razón y de paso, honrando los Mexicanisimos votos del compadrazgo.
        La electricidad se ha convertido sin temor a equivocarme en la sangre que corre por nuestras venas, en el momento que ésta deja de fluir, todo se desquicia, incluso si el apagón durara mas de 10 días correríamos el riesgo de no contarla.
        ¿Así de grueso? Preguntó Manuel.- Así de grueso contestó mi compadre Juan, abriendo desmesuradamente los ojos mientras hacía hincapié moviendo afirmativamente la cabeza.

-Imaginemos un cuadro como el siguiente.- repliqué.

        Si por algún motivo en especial o por muchos a un tiempo, nos quedásemos sin electricidad, como estamos de momento. Y que este asunto durase más de un solo día. ¿Se imaginan la pesadilla en que se volverían nuestras vidas? Estamos tan acostumbrados a tener la energía eléctrica al alcance de nuestras manos que prácticamente todo lo que hacemos se pararía irremediablemente.

-Manuel Interesado en el tema dejó de roer el hueso y al igual que Juan se incorporó un poco en su asiento.

... Empezaríamos con los problemas más cercanos. Tales como que nos quedamos sin horno de microondas, televisión, música, luz para la noche, sin nada.

        Obviamente los problemas secundarios empezarían al segundo día; no hay agua, porque no funciona la bomba para subirla desde el aljibe hasta el tinaco.
       Iríamos a trabajar por la mañana para encontrarnos con que el 90% de nuestro trabajo no lo podríamos hacer porque la mayoría de la maquinara empresarial sin importar el ramo, usa energía eléctrica, ni una mugre carta podríamos pedirle a la secretaria pues la computadora estaría muerta.
        ¿Cuanto pueden durar las empresas en esa situación de parálisis? A la semana de encontrarnos en este escenario, ya no tendríamos agua ni para beber. También las máquinas de las purificadoras del líquido vital habrían dejado de funcionar. Por otro lado, muy probablemente; ya no habría gasolina para transportar nada, pues los dispositivos despachadores de las estaciones de gasolina también son eléctricos y el mismo fenómeno se extendería hasta los mismísimos pozos petroleros, bombas de los oleoductos, refinerías, etcétera, etcétera, eeetceeeeteera.

-¡Nooooo Maaaanches! Respondió Juan, imitando el tono alargado de mi última palabra. Mientras Manuel, aprovechando la pausa, se alargaría hasta casi caerse de la silla para proveerse de un delicioso elote que había empezado a crepitar en el asador.

-Imaginemos que este contexto durase más de un mes.- dije; mientras buscaba a tientas el envase de mi cerveza.
       A esas alturas del problema ya no hablaríamos de la incomodidad, sino que ya habría alcanzado el punto en que diríamos ¡ya no tengo dinero para comprar comida! No hay cajeros, tampoco movimientos bancarios ¡"no money"! Además que muy probablemente la mayoría de los supermercados estarían empezando a sufrir una fuerte crisis de desabasto.
        Remontemos el problema a tres meses seguidos. Mugrosos, "jediondos" y con tremendas crisis nerviosas, estaríamos empezando a cuestionar nuestra supervivencia y la de nuestras familias.

-Adfmas mjmjf fcafca.- señaló Manuel; disparándonos granitos de elote al hablar con la boca llena. -¿Que dijiste burro?- Interpeló Juan, quitándose sin disimular el desagrado, los increíblemente precisos proyectiles antes lanzados por Manuel. -¿Que que haríamos con la caca? Repitió Manuel esforzándose. -¿Cuál caca? Vociferó Juan; ya de pie sacudiéndose con ambas manos la nueva andanada de proyectiles que habían hecho blanco una vez más en su playera favorita.

        Mientras la presente escena dantesca aparecía ante mis ojos, mis oídos alcanzaron a escuchar a la mujer de Manuel, que nos había rondado hacía algunos segundos en busca de cerillos, quejarse con las demás señoras en el interior de la casa:

-¡Estos como siempre ya están hablando de cochinadas!

...Como ni Juan ni yo salíamos de nuestra "cara de interrogación", Manuel se explicó. - La caca acumulada durante más de tres meses en una casa muy probablemente ya llenaría un tambo de aceite.
-Y de los grandes; Agregó.

-En eso tienes razón.- Contesté. Las enfermedades derivadas de la falta de aseo e higiene ya empezarían a hacer mella en la población. Los hospitales trabajarían en condiciones infrahumanas si es que estos estuviesen abiertos para ese momento.
 
        Sobra decirles que ante una situación como esta, la única pregunta seria ¿cómo sobreviviré en un ambiente así de hostil? Suponiendo que tomásemos la decisión de sembrar nuestros alimentos y que tuviésemos un punto de abastecimiento de agua como un pocito o algo por el estilo, ¿cuántos de nosotros estamos preparados para producir nuestros propios alimentos?

-¡Uuuy! Exclamo Manuel.- A mi no se me daban ni los frijolitos que poníamos en frasquitos con algodón en la primaria.

-Esa es una gran verdad.- Repuso Juan. La mayoría de todos los humanos no tenemos ni la más remota idea de cómo hacer crecer algo de la tierra.

-Pero pongámonos optimistas.- Interrumpí. Hagamos un supón... Que tal que tenemos agua y que nuestra huertita prospera aunque sea en macetas. La bronca aquí no va a ser comer y mantener con lo mínimo indispensable para la supervivencia a tu familia. Sino que el problema real es: que por cada familia que pueda generar alimentos, habrá miles que no tengan ni la suerte ni la capacidad de hacerlo y obviamente, no se van a morir de hambre así como así.

-¡Pos no! - contestaron mis amigos al unísono.

-¿Quien de ustedes es el valiente que se avienta a matar cristianos en justa defensa de su huertita?

-Para terminar.- Recapitulé. En cosa de poquísimo tiempo, estaríamos regresando a la época de las cavernas y muy probablemente la mayoría de la población, terminaría muerta en menos de un año.
 
        Inspirado Manuel, respondió blandiendo la mazorca.- ¡Y pensar que por un móndrigo apagón nos puede llevar a todos la chinfamfa! Salvándonos mi compadre y yo de ser heridos en nuestros oídos al cortar Manuel la ultima palabra por darle una certera y final dentellada a la ya desnuda mazorca.
        Sin aviso ninguno; las luces se encendieron, no sin antes hacer que entrecerráramos los ojos profiriendo la palabrota que segundos antes le había sido negada a Manuel.

-¡Hágase la luz!- Gritó Juan. Al tiempo que John Lenon retomaba con nuevos bríos el ambiente de aquella noche dominical.
(Julio del 2007)

BENDITAS TELENOVELAS



-La televisión en México es la base de la cultura nacional, los mexicanos prácticamente nacemos mamando de la televisión, nuestra vida existe y tiene valor conforme a los dictados y cánones televisivos, siendo que para esto no hay un mejor punto de comparación que las telenovelas.
        Benditas telenovelas, ¿cómo podríamos siquiera pensar en vivir sin ellas? No importa de qué canal sean o si son repetidas o nuevas, el caso es que nutren amorosamente a la sociedad mexicana de una cultura de lo superficial.   Ya desde nuestra más tierna infancia nos vemos entrelazados con ellas, aún en el vientre materno. ¿Qué madre no ha atesorado el nombre del galán o galana telenovelera de moda para laurear con él a su retoño? Andanadas de recién estrenados mexicanos y mexicanas recibirán cristianísimos nombres extraídos del mal gusto de los guionistas responsables de escribir las lacrimosas vespertinas.
        Un gran beneficiado es el lenguaje en sus más cultas expresiones quien también tiene mucho que agradecer a las telenovelas. Los significados y significantes son barajados y confundidos dentro del argot farandulero, pues no importa lo que se dice, lo que realmente importa es quién lo dice y si lo hace en medio de un dramón de quinto patio, entonces más duradera se hará la frase dentro de la cultura popular. ¿Qué madre bien intencionada se atreve a reprender a sus tiernos vástagos sin antes tener a la mano un buen repertorio de frases, miradas y moqueos cuidadosamente ensayados para que salgan igual a los de la sufrida heroína del culebrón de las seis de la tarde?
        Tal como lo anuncia la moda televisiva, leer es una mala iniciativa, por suerte en desuso. ¿Para qué cargar con el peso de un aburrido libro de filosofía? cuando las telenovelas nos dan una teoría de la vida que es práctica y sin vericuetos mentales.- Señora, señor, venga y siéntese frente a la televisión, allí todas sus dudas serán resueltas. Y si la telenovela de su predilección no cubre todas las facetas de la vida, siempre están los anuncios y spots comerciales que le darán una pauta y dirección a su existir.
        Pero las telenovelas no solo son para los adultos, también hay para los reyes de la casa y no hay mejor manera de inculcarles buenas costumbres a nuestros hijos que ponerlos a ver telenovelas infantiles, las cuales últimamente han resultado tan malas que hasta la misma empresa “Televisa” canceló su sección de producción infantil. Pero que eso no nos desanime, los niños absorben como esponjas todos los buenos consejos y virtudes valórales que tienen las telenovelas, aunque junto con éstos también se adhieren los anuncios de juguetes, golosinas, y alguno que otro comercial con serias implicaciones sexuales.
        La cultura también se hace presente dentro de las telenovelas, pues en ellas los villanos siempre son refinados, distinguidos, bien vestidos y guapotes o guapotas según sea el caso. Hablan con mesura y palabras domingueras, mientras que los buenos, los héroes y heroínas del pueblo empiezan siendo pobres pero honrados, brutos pero carismáticos, incultos pero poseedores de caritas angelicales para ellas o con expresivos y profundos ojos para ellos, ¡que al final es lo que cuenta! Ya desde ahí sabemos cuáles son los valores que sirven en esta vida, ¡pues las de los buenos! Por su parte, los malos, los cultos, siempre pierden y se quedan como el perro de las dos tortas: sin la chica buenota y sin el dinero. Por eso es mejor ser inculto y tener muchos billetes, porque de esa manera podemos repetir el interminable pasar de cenicientas modernas que se aferran a sus incultos -pero bien forrados de lana- príncipes azules y estos últimos escogen a dos o tres princesas 90-60-90 que usualmente no tienen dos dedos de frente, pero eso sí, el taco que se puede dar el propietario al exhibirlas en untados vestidos de gala en reuniones sociales mismas en donde se discuten los pormenores físicos de los protagonistas y las vicisitudes de las heroínas y malvadas telenoveleras.
          Es indiscutible la importancia social que tienen las comedias (como las llamaron las viejitas de antaño) ¿Cómo no serán de importantes las telenovelas dentro de la cultura nacional; que existen programas televisivos específicos para discutir, argüir y desembrollar las aventuras amorosas de los principales artistoides, -jovencitas y muchachitos- que lloran abundantemente y a la menor provocación durante los embates de los villanos? Quienes normalmente son personificados por primeros actores que dada su avanzada edad sólo pueden acceder a representar el mal en su más pura concepción.
        La moral también está en deuda con las telenovelas mexicanas, ¿de dónde íbamos a sacar los mexicanos unos principios morales tan fuertes como los que ostentamos? si no es de las telenovelas que nos dan la pauta:

-Comadre, ¿vio lo que le pasó a la fulanita de la telenovela equis?
-¿A la Lorena Patricia?
-No, comadre, esa es la que sale en la telenovela de las siete. Yo le digo de la Tifania Loredo, la que está como bizca y bien pechugona, que la hace de buena en la novela de las seis.
-¡Aaaah! sí, qué feo ¿veerdaaa?
-Sí, por eso yo ya le dije a la Gisela -mi sobrina- que no se ande metiendo con hombres casados, que eso no deja nada güeno. 
        ¿Y qué decir de los horarios en México? Casi todos dependen necesariamente de dos cuestiones importantísimas: las telenovelas y el fútbol, es más, me atrevería a asegurar que la vida del mexicano transcurre en el antes y el después del fútbol para los hombres o el antes y el después de las telenovelas para las féminas; pero jamás entre estos dos elementos que median la vida nacional. Ninguna cita, negocio, entrevista o cualquier otra cosa de menor valor o importancia, puede siquiera bosquejarse a medio tiro de esquina o gimoteo de una imponente morenaza de la pantalla chica.
        A todas luces, las telenovelas –y sus creadores- son los grandes forjadores de la cultura en México, pues si son las mamás –las primeras educadoras- quienes prácticamente lactan a sus hijos con las controvertidas aventuras amorosas de una cenicienta del siglo XXI, ¿como nos asombramos después de que los niños anden tan precoces en los temas de sexualidad y tan brutos en lo que se refiere a la cultura y educación básica? Por eso soy de la opinión de hacer un reconocimiento nacional a las personas de las televisoras involucradas en este proceso educativo mexicano, que nos dan la oportunidad de ver lo que no somos pero que definitivamente quisiéramos ser; y por otro lado, levantar una denuncia penal –si es que esto pudiese ser- en contra de todo padre o madre, que no tenga el valor civil, moral y humano de accionar el control remoto para apagar el televisor y acercar un libro a sus chilpayatitos tan necesitados de amor, atención y cultura.

Cuento: MITOS Y MITOTES DE UN ASESOR EXTERNO EMPRESARIAL



-Las empresas en San Luís Potosí tienen un manejo y un aspecto laboral muy parecido entre sí. No sé si este fenómeno se dé en otras partes de la republica o del mundo, sin embargo, aquí en la capital del estado, la forma de trabajo interna es tan típica y endémica como las enchiladas potosinas o los chocolates Costanzo.
     Definitivamente hay que entender esto último para poder captar el trabajo de un “Asesor Externo Empresarial” (que es con lo que su humilde servidor se gana la vida) y comprender todas las peripecias y vicisitudes que tengo en lo personal que enfrentar, en mi diario andar dentro de la jungla que es la zona industrial.
     Para empezar a entrar en materia, es mi deber explicar algunas cosas antes de dar una dentellada más profunda en el presente tema. Hay varias ramas y organigramas en el interior de estos mini-zoológicos potosinos, por lo que haré algunas analogías de manera que el lector no se sienta allanado con palabras técnicas ni retórica dominguera.
     Dentro de las “Zoo-Empresas de la “Jungla-Industrial” en el corredor de la carretera 57, podemos visualizar por la ventanilla al pasar cómodamente en el auto, apenas unos cuantos de estos ejemplos, de los cuales omitiremos los nombres por no afectar con verdades las apariencias que suelen costar muchos miles de pesos.
     Empezaré mi historia, tal como lo hacían los antiguos “Lords ingleses” cuando se referían a sus viajes de cacería por el continente negro o hindú.
     Este escalofriante relato da inicio con el timbrar del teléfono. El primer campanazo me sobresaltó, pues estaba ensimismado, luchando contra Santo Tomás de Aquino y su filosofía repleta de frases ensortijadas.
     Dejé que timbrara dos veces más y contesté.- ¿Bueno?; mientras una voz femenina me interpelaba al otro lado de la línea.- ¿El Ingeniero Gamboa? -Sí.         -contesté secamente. Un momento por favor, el licenciado “X” quiere hablar con usted. –dijo ceremoniosa. No hizo falta que dijera nada, sabía que una aventura más me esperaba, cosa que deduje en los interminables minutos en que me dejó colgado la “señorita del teléfono” ¿Señorita? (dije para mis adentros) -Habría que ver -Me respondí intrigante, mientras me acompañaba la musiquita con el muy sobado y resobado vals “Nocturno” del tuberculoso consentido de las masas: Chopin, la cual se antojaba metálica en la distancia.
-¿Bueno? Se oyó al fin una voz cavernosa ¿Inge Raúl? Así es -respondí cantadito.
¿Cómo estás Jijo de... (aquí omito el rosario de palabrotas que debo suponer son la manera más honda y verdadera de un mexicano para expresar su alegría, así como hacer sentir a su interlocutor digno de toda su amistad y confianza.)
   -...Pues muy bien licenciado, aquí nomás, sobreviviendo, –contesté, agradeciendo el rosario antes mencionado.
     -Oyes Inge, fíjate que tenemos un problemita y unas preguntitas que hacerte. Inmediatamente me puse en alerta al escuchar las palabras clave en diminutivo. (En mis experiencias anteriores, las preguntitas tienen una duración de dos horas y con los problemitas, me cuesta salir con vida.) -Dígame para que soy bueno Licenciado, -contesté meloso. -¡Para nada güeeey! Gritó emocionado el licenciado “X”, triunfante por haber hecho el chascarrillo del día. Permanecí estoico y lancé tres “ja, jas” mientras le hacía señas obscenas al teléfono.
     Fuera de Guasa... ¿Cuando te dejas caer por aquí? –dijo el licenciado, con la voz entrecortada por las últimas carcajadas. -Mañana sin falta estaré allí Licenciado, en el transcurso de la tarde. -Muy bien Inge, por aquí nos vemos y no te me pierdas mi chavo. -Dijo como si hubiera pasado las de Caín para encontrarme. -Hasta luego Licenciado –dije con el mejor tono de amabilidad que pude y acto seguido colgué la bocina del teléfono.
     Así de fácil daba comienzo una aventura más en la desolada selva de la carretera 57. Así de fácil es estar de acuerdo en enfrentarme a lo desconocido. Así de fácil es trabajar ahorita y cobrar hasta dentro de dos meses.
     Ya entrada la noche me dispuse a preparar el arsenal, nunca sé cuáles son los problemitas que me desquiciarán la vida, así que en mi portafolio tengo que cargar más cosas que un mago en su sombrero para realizar los prodigios que normalmente mi trabajo exige;

“Los imposibles los hacemos en una hora. Los milagros nos tardamos un poquito mas”.

     Lista de armas: desarmador de cruz, desarmador eléctrico (para apantallar), pinzas de punta, pinzas de punta acodada, repuestos de cable bus y lo más importante... el arsenal pesado: Un maletín lleno de software, drivers, sistemas operativos y programas pirata que puedan sacarme de cualquier apuro en mis múltiples encontronazos con las tribus protectoras de los “tesoros informáticos”.
     ¿No les he platicado, queridos lectores, de las feroces tribus que protegen a los tesoros Informáticos? Pues lo voy a hacer para que puedan vislumbrar lo muchas veces peligroso de mi trabajo.
     En cada zoo-empresa de la selva-industrial hay una tribu también conocida de forma general como “departamento de informática”, aunque ellos mismo se nombran con epítetos terribles como: Los “Comebytes” o los “Tragadiskettes” y cómo olvidar a los fieros “Rompe-lans”. Todas estas tribus están constituidas para proteger todo lo que las empresas atesoran: información, estados de cuenta, clientes, etcétera.
     Las tribus normalmente están compuestas por extensos equipos de informática con flamantes y siempre bien dispuestos ingenieros, quienes se encargan de crear, valorar o incluso corregir todos los programas necesarios para que de forma no siempre muy clara funcione la empresa y la circulación de los ríos de información sea óptima además de que se encuentre segura.
     Al siguiente día, llegada la hora de partir hacia mi destino, me apresto a salir, no sin antes recibir la bendición de mí querida esposa en forma de un beso y dándome los consejos de siempre: “Cuídate mucho, maneja con cuidado porque acuérdate que en esa carretera cada rato suceden accidentes” –pienso para mis adentros. Si supiera que lo más peligroso no se encuentra en la carretera sino lejos de la carpeta asfáltica. Mientras ella continúa; “...te encargo que de regreso pases por la leche y de una vez vas pensando en que quieres de cenar”.
     Minutos más tarde y después de librar a un taxista malencarado junto con dos recordatorios de progenitora más en mi haber, llego a mi destino. Respiro profundo aún en la seguridad de mi coche mientras me doy valor para iniciar la aventura.
     Aún no he acabado de bajarme completamente del auto cuando ya me espera la primera batalla, encarnada por un oficial uniformado en un feo verde olivo, quien rápido y presuroso me suelta en la cara la bienvenida.- Oiga, oiga allí no se puede estacionar, ese es el lugar sólo para los patrones. Estaciónese en el estacionamiento de visitas señalándome de forma vaga un solar polvoriento a unos 300 metros del lugar. Acto seguido lo veo desafiante a los ojos, escudriño con mi mirada más amenazadora su investidura y con una voz profunda... le digo.- ¿Porque no hay ningún letrero que indique que aquí no me puedo estacionar? A lo que el aborigen en cuestión me contesta.- Pues para eso estoy yo, jefecito. Ante tal verdad, enmudezco y decido irme hasta el otro lado de la empresa a modo de poderme estacionar. Una vez logrado esto último doy inicio al ritual de la buena suerte: poner el bastón de seguridad, checar que los vidrios se encuentren cerrados y por último cargar todas mis armas incluyendo el teléfono celular por si tengo que pedir ayuda.
     De esta manera inicio el largo camino de entrada a lo desconocido, no sin antes refunfuñar por mis zapatos que hace algunos segundos brillaban cual espejos y ahora son una masa opaca de barro polvoriento.
     Una vez pasada con bien la primera prueba, me anuncio ante la fémina de la recepción, que de forma automática me interpela: -Buenas tardes, ¿cuál es su asunto o a quién viene a buscar? Le clavo la mirada y con una voz lenta, pausada y varonil, para no tener que decir las cosas dos veces, le expongo mis generales y le digo la palabra mágica: “Quiero ver al Licenciado X”. Sin expresión facial alguna la recepcionista voltea a verme y en medio de una rumiada de chicle me pregunta -¿A quién? -Al Licenciado “X” –repito haciendo acto de paciencia.  -Un momentito – me contesta tomando el interfón sin dejarse de ver las mal pintadas uñas.-Regístrese por favor.
     Pasados los dos primeros cancerberos, por fin me encuentro con el licenciado “X” que después de otro chascarrillo vespertino me presenta al tipo más temido de los alrededores, al mismísimo médico brujo en persona, al portador de todos los secretos de las cajas blancas mágicas... al jefe del departamento de Informática o como mejor se le conoce “El jefe de la Tribu Rompefloppys”.
     Después de un estrechón de manos, medimos por vez primera nuestras fuerzas. Él, un médico brujo todo poderoso quien está siendo humillado en su propio territorio por el jefe máximo de la empresa al traer a otro médico brujo para que ensucie con su sola presencia el sagrado recinto del servidor (computadora maestra), casa sagrada de donde fluyen los ríos de información hacia las demás computadoras. Yo, un mago fuereño de tez blanca sin la cuadradés en la educación del Ingeniero en sistemas, y con la creatividad de un diseñador, me preparo a desenvainar mis armas a la menor provocación.
     Ya dentro del recinto sagrado, me doy cuenta del problema; el sistema de edición de video no lineal que había diseñado e instalado hace apenas tres meses yace abierto en sus entrañas, exponiendo en desorden pequeñas piezas, tornillos y cables a lo largo y ancho de toda una mesa. Peor cuadro dantesco no podría ser descrito.

     Lo primero que me viene a la mente es el recuerdo de hace casi cinco meses cuando el Licenciado “X” hacía una de sus habituales llamadas para preguntarme si había manera de hacer videos inductivos dentro de la misma empresa, ya que el costo de maquila de dichos trabajos hechos por alguna compañía externa se había encarecido enormemente. A lo que contesté en forma positiva y le platiqué  “grosso modo” cómo podía hacerse.
     A partir de ese momento me dio cinco días para ofertar un proyecto, mismo que tendría que competir con los que llegasen hasta ese momento. Lo interesante del asunto es que yo se que aquí en San Luís Potosí soy el único que se mete dentro de esas loqueras, pero hay que seguir el juego.
     Ya entregado el proyecto me dieron luz verde para avanzar con el mismo y dar inicio con el estira y afloja de los pedidos internacionales, las constantes peleas con las aduanas, sin dejar de mencionar las concebidas disputas por el tiempo de entrega de las mensajerías.
     Una vez con todo el material en mis manos me dispuse a ir a la empresa y hacer mi anunciada entrada triunfal. La caravana iniciaría con varios esclavos, quienes a manera de botín entrarían después de mí, llevando en sus lomos y cabezas el equipo informático. Con las puertas de par en par, la recepcionista me recibiría lanzando encarnados pétalos de rosas, mientras las trompetas de Aída resonarían portentosas anunciando mi colosal llegada.
     Nada de eso pasó, yo solito tuve que bajar todas y cada una de las cajas del carro y cargarlas desde el ya consabido “estacionamiento de visitas” porque como siempre, el “poli” no me dejó estacionarme enfrente y tampoco me ayudo, haciendo una de las desapariciones mas rápidas que he visto en mi vida.
     Viendo las tripas de la computadora sobre la mesa, todavía me acuerdo de las horas que pasé dejando a punto el sistema y de toda la gente que tenía mirando sobre mis hombros, situación por demás incómoda, pues como siempre, todos los Ingenieros querían ver que magia hacía con las máquinas, misma que a ellos les había sido negada por la naturaleza o por la escuela (quisiera pensar así).
   Una vez más, me veo en la necesidad de reconstruir una obra maestra de la informática.
Una vez más, me veo en la necesidad de reconstruir lo irreconstruible.
Una vez más, tengo a la tribu de “inges” mirando por encima de mis hombros.

     Pero ahora vengo preparado, de mi portafolio saco un disco Cd-Rom con el titulo grande y en letras bien legibles: “Portafolio Chicas Desnudas 2003”, prácticamente lo aviento a los salvajes que, como perros detrás de un buen pedazo de carne se van en bola a ver el contenido del dichoso Cd-Rom. Calculo que se tardarán unas dos horas en verlo y copiarlo unas seis veces, tiempo suficiente para hacer mi trabajo a gusto, sin presiones y sin miradas indiscretas que sólo desean que algo me salga mal para demostrar con júbilo que mi estancia en la empresa había sido un fracaso.
    Una vez terminada la presente aventura y después de haber resucitado a mi obra maestra, me despido amablemente de la tropa, no sin antes pasar por la oficina del Lic. “X” y recomendarle que la editora digital de videos es eso: Una editora y no una computadora con la cual hacer una horrible presentación de “Pogüer poin”.
     Con velocidad estable y las 9 de la noche cerrándose sobre mi humanidad, me alejo del peligrosísimo corredor 57 de la “jungla-industrial”, con rumbo norte, reflexionando acerca de lo vivido este día y de las subsecuentes visitas que muy probablemente me depare el destino, en la lucha por cobrar la aventura, hoy ejercida.
(Noviembre de 2003)